sábado, 27 de marzo de 2010

NOMBRAR: Un texto-bandera contra la discriminación o la maravilla de las capacidades.

Extraído del blog "Vuelo de noche" de la escritora rosarina Marta Ortiz.
marta-ortiz.blogspot.com


NOMBRAR


En retrospectiva, como en un espejo manchado, veo el reflejo de mis ojos hinchados de llorar. Cada vez que alguien dice “mogólico” poco tiempo después de nacido mi hijo Agustín, sellado y lacrado para él (y para nosotros, familia) -estudio genético mediante- el “síndrome de Down” marcando desde el punto de partida, la diferencia.

Veintiocho años después, el espejo, limpio de manchas de azogue descascarado no refleja sino el remanente de una escucha resignada si una discusión ocasional entrecruza el clásico “mogólico” a modo de insulto, o simplemente si alguien, obedeciendo al folklore relacionado, dice, por ejemplo: “es para mogólicos, cualquiera lo maneja” o, “¿pero qué sos, un mogólico?”, y en esos casos la palabra, inspirada en las personas con sindrome de Down, pasa por sinónimo de pelotudo, idiota, imbécil, agregando un toque de mayor pesadumbre al hecho ya de por sí bastante triste de que te consideren sin atenuantes un pelotudo, un imbécil, un idiota, un tarado.

¿Cuál era el filo secreto de la palabra que tanto me molestaba?; ¿qué cuerda íntima y delicadísima vibraba cada vez que alguien la decía? El tono despectivo me remitía a una descalificación bastante corriente que, en otros terrenos, soportábamos las mujeres cuando nos atrevíamos a pisar el dominio masculino –doy fe, atesoro esa clase de insulto como mujer y por lo tanto marginal que soy, mucho más si nos remitimos a la “calle” de veintiocho años atrás-: “aprendé a manejar, nena, andá a lavar los platos…”. No me importaba, seguía mi camino y a otra cosa. Pero yo empezaba a relacionarme con Agustín y con el “estigma” que el imaginario colectivo le atribuía y eso modificaba en ciento ochenta grados el valor de la palabra escuchada. Ahora dolía más, más que nunca la sentía injusta- ¿Qué tenía que ver con mi hijo esa baba corrosiva que se pegaba a la forma y al contenido de la grafía “mogólico”?

Las palabras en sí, se sabe, no son ni buenas ni malas, y habría que ver si en el fondo de esa fuerte, importante suma de letras que dan forma a “mogólico” o “mogólica”, no se esconde algo precioso; ver si no corresponde, primero, interrogarla, otorgarle su derecho a réplica, permitirle que “hable”, a la palabra, que se muestre desnuda, desprovista de pátinas.

Se trata, a simple vista, de una escritura redonda, curva, soleada. Tres “oes” -tres ojos eólicos- dan cuenta de su doble cualidad de centro y órbita, de cáliz y hamaca combada, voz que a un tiempo puede rimar con evangélico, mojigato y arcangélico; de fácil deriva en mago y montaña, en gato y mayólica. Y conste que deliberadamente me alejo de la palabra “ángel”, tan connotada y mentirosa para quien nació con el síndrome de Down como lo es “mogólico”, solo que quienes lo llaman “ángel” lo acercan al cielo o a la santidad y quien dice “mogólico”, lo catapulta al infierno. Y yo, que con los años aprendí a conocer muy bien a mi hijo, sé que no participa de niguna de las dos categorías, ni ángel ni demonio, Agustín es, se podría afirmar y si hubiera que definirlo, un flor de tipo, amigable, trabajador, perseverante, dueño de un sensible sentido del humor, simpático, a veces enojadísimo o malhumorado, y muchas otras veces conciliador y buena onda. Pero ni ángel ni demonio ¿Demasiados elogios? Puede ser, pero los merece, lo aprendí con la experiencia. Pero volvamos a la palabrita. ¿Por qué razón, nombrar a una persona cálida y sociable, “mongólico/ca”, o “mogólico/ca”; qué aspecto, qué cifra indescifrada los relaciona?

Me remito al diccionario de la RAE y lo primero que me dice es que “mogólico/ca” es un adjetivo que significa “mongol” (perteneciente a Mongolia) y en una segunda acepción: “Perteneciente o relativo al gran mogol”. Averiguo que es “gran mogol”: “título de los soberanos de una dinastía mahometana en la India”, qué excentricidad para nosotros, sudamericanos –me digo, pero pienso en los síndromes de Down musulmanes nacidos en la India y encuentro para ellos solo una raíz, nada negativo, por cierto. Busco “mongólico” y dice algo semejante pero no idéntico, aunque tal vez sea –deduzco- porque agrego la “n” entre la “o” y la “g”; “natural de Mongolia” y “perteneciente o relativo a la raza amarilla”. Mongolia es un extenso país de las estepas euroasiáticas poblado en tiempos remotos por tribus de jinetes nómadas que fundaron el mayor imperio de la historia en el siglo XIII, lideradas por el gran Gengis Khan y luego por su nieto Kublai, también célebre, en buena medida gracias a los relatos de Marco Polo. En definitiva, los antecedentes mongólicos de mi hijo, vistos desde esta perspectiva, son grandiosos. Pero en verdad él es argentino, no mongólico o mogólico, esa acepción resulta un contrasentido aunque me demuestra que la palabra, más que quitar, agrega una raíz poderosa, la de las tribus guerreras e imperialistas de los mongoles en Asia. Hasta aquí todo bien, pero no se hace la luz hasta que la sombra de la sospecha no tarda en caer de plano sobre mi investigación cuando leo que la segunda acepción de “mongólico” agrega: “que padece mongolismo” y ahí sí no me gusta, porque sé que nacer en Mongolia es una cosa y padecerla otra muy distinta. Entonces, ¿por qué, “padece”? Entre paréntesis, se amplía: “por alusión a la facies, que recuerda la de un mongol” y todavía bien, nada negativo implica parecerse a una raza determinada. Pero leo lo que sigue y es ahí cuando recojo la piedra pesada que he llevado en mi mochila durante años. Apunta, y convengamos que apunta con precisión al punto neurálgico, la construcción sintáctica: “síndrome de Down”. Y entonces entra a terciar la medicina y puntualiza lo que ya sé y el detalle que no sé: “Enfermedad producida por la triplicación total o parcial del cromosoma 21, que se caracteriza por distintos grados de retraso mental y un conjunto variable de anomalías somáticas, entre las que destaca el pliegue cutáneo entre la nariz y el párpado, que da a la cara un aspecto típico”. Pasé días pensando cuál sería ese pliegue cutáneo entre la nariz y el párpado de Agustín que le daba un aspecto típico a su cara. No lo encontré, al menos no encontré nada que yo pudiera llamar con propiedad “pliegue cutáneo”.

Había llegado al punto ciego, ahora conocía el porqué mi angustia hace veintiocho años, cada vez que escuchaba la palabra mogólico, incluso cuando una niña de cinco años, amiga de mi hija menor, le preguntó si su hermanito era “ajólico” y fue una crisis familiar a partir de mi crisis; mi sensibilidad la cargaba, a la palabra, de dolor, de diferencia, leía retraso mental en la inocente sucesión de consonantes y vocales y también conjunto de anomalías, de incapacidades. Porque así lo había grabado el inconsciente colectivo. Capacidades eran las que yo conocía por mí misma y por quienes me rodeaban que de ninguna manera eran mongólicos, ni mogólicos, ni ángeles ni demonios. Eran personas “normales”, tal y como yo concebía entonces la normalidad. La medianía. La ley. El término medio conocido. El no salirse de la regla, de la cápsula.

¿Acaso era posible que alguien hubiera decretado que todos debíamos ser iguales en un mundo que alberga infinidad de especies? ¿Acaso el arte, esa facultad creadora que distingue al ser humano proclama uniformidad versus diversidad? ¿Dónde estaba escrito que nadie debía salirse del patrón? ¿Dónde se había generado mi postura fascista? ¿Llorar porque mi hijo es diferente? ¿O aprender en qué consiste la diferencia y enriquecerme con lo que pueda tomar de ella? Así como existen los “ajólicos”, no existen también los genios, que también se consideran anómalos? Y tantas otras anomalías, como caben en un libro más gordo que el diccionario que me mostró el especialista en Genética Humana cuando diagnosticó el síndrome.

Y sobrevino el crack. El crash. El tropezón que no es caída y obliga a rehacerse. Mi lento pero constante y sin pausa aprendizaje de la mano de Agustín. Cuánto mito se cayó, cuánto muro ayudé a debilitar, cuánta cara de piedra se dulcificó… solo yo lo sé. Nombrar a mi hijo usando la palabra “mogólico” o “mongólico” -repito, palabra inocente, muy en el fondo de sí, de haber contado con la suerte de otro recorrido semántico- es apelar, antes que a su sustancia, es decir, primero persona, primero ser humano, a su rasgo dominante. Colgarle una chapa, tatuar una marca, una etiqueta resaltando la diferencia. En otras palabras, discriminarlo, distanciarlo, apartarlo del resto, léase “resto normal”. Ya no hay lágrimas cuando oigo decir “mogólico” en tono despectivo, nada tiene que ver con mi hijo ni con nadie que participe de sus características, por entero desvinculados de ese aspecto “censura” que como un karma abrazó la inocencia de una palabra que pudo ser cántaro por lo redonda, que pudo ser bronce por el brillo de Gengis Khan que está en su historia. La palabra ha sido, en definitiva, degradada. Corresponde limpiarla, reciclarla, devolverle su sentido original, ya no restringir ni limitar al subrayado de un rasgo físico que destaca el pliegue cutáneo entre la nariz y el párpado, por ejemplo, porque eso no define, de ningún modo, la maravilla que esconde un ser humano detrás de ese pliegue, si lo hubiera, aunque, reitero, yo nunca lo encontré.

Pero, como se sabe, en la vida todo es una de cal y una de arena, del mismo modo que viene a mí el recuerdo de la impotencia cuando no podía sustraerme a la basura que ennegrecía esa palabra, vienen otras palabras. Limpias, luminosas, las que escuchamos con el papá de Agustín de boca de la primera profesional que recibió a nuestro hijo en Buenos Aires, en el instituto Coriat: la estimuladora Stella Canizza de Páez, quien al cabo de aquella sesión memorable deslizó las primeras palabras que me enseñaron a no discriminar a mi propio hijo: “y quiéranlo mucho –sonrió, lo sostenía en brazos con ternura-, abrácenlo, mímenlo, tenga las dificultades que tenga, antes que nada es un bebé, y un bebé lo único que necesita es que lo quieran”. Y fue simple, lo abracé -lo abrazamos- y empezamos a caminar junto a él. A conocerlo y a seguirlo en sus avances como se conoce y se sigue a todo hijo. Como seguimos y conocimos a nuestras hijas. Más allá de los rótulos, de las marcas, del pliegue cutáneo, del folklore mítico que rodea una de las historias más viejas del mundo. Vieja para el mundo y flamante para mí. “Se hace camino al andar” –resonaba Machado en la voz de Serrat, en tiempos de mamaderas y pañales... Y yo fui, soy y seré, mientras viva, fanática de los dos...

Por Marta Ortiz

viernes, 26 de marzo de 2010

La Farsa Cía, presenta en el CEC "Singularmente opaca"

Hoy viernes 26 y mañana sábado 27, en el CEC a las 22 hs "La Farsa" presenta la obra "Singularmente opaca" con la dirección de Rut Pellerano.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Ciclo Literario Espiral Calipso

El 24 de marzo a las 21:30 hs. El Ciclo Literario Espiral Calipso con Maia y Ro como emblemas del ciclo y un grupo de escritores que las acompañaron desde el escenario, recordaron el golpe de estado de 1976 y dedicaron su ciclo en memoria de los 30.000 desaparecidos.
Leyeron:
Manuel Hasan, Alejandra Mendez y Sergio Gioiachini.

Manuel Hasan

Alejandra Mendez

Sergio Gioiachini



Rocío Eraso

El Micrófono Abierto contó con la lectura de poemas de Rocío Eraso y de Sandra Mendizaba quién recitó poemas de Rocío Eraso.

Sandra Mendizaba

Lectura de Alejandra Mendez.


Lectura de Sergio Gioiachini.

Lectura de Rocío Eraso.

Inauguración del Ciclo 2010 de La Poesía en Los Bares

El martes 23 a las 21 hs, con la coordinación de Hugo Diz y la Presentación de Silvio González, se inauguró el ciclo de lecturas denominado La Poesía en Los Bares.

Los poetas invitados fueron: Juan Pablo Angelone, Irene Ocampo y Alejandro Mensi.

El especial agradecimiento a los presentes que en muy buen número acompañaron a organizadores y poetas.
El Próximo encuentro será el día 6 de abril a las 20:30 hs.
Silvio González en la presentación del ciclo 2010.


Requiem solar

Harto de ser
reflejo sin sustancia,
el sol saltó
desde la escollera;
solitario
se estrelló contra las olas,
se ahogó salado.

El mar atesora el cofre
de luz que perdió el mundo.
Los peces saben ahora
distinguir el día y la noche.

Juan Pablo Angelone



Lectura de Juan Pablo Angelone.










Lectura de Irene Ocampo (foto)



un sueño entró
por la ventana
sacudió mi cabeza
y me devolvió
al frío invierno
aquel en el que supe
que estaba sola
y seguiría sintiendo
el corazón encogido

la pensión de Yolanda
no era el hogar más
calido que se podía
conseguir en el barrio
pero era lo más barato
y conocido
lleno de gatos
vagos que llenaban
de olores penetrantes
los patios y las habitaciones

yo sufrí la soledad
y el frío más intenso
de mi vida en ese invierno
solté amarras también
de la forma que pude
hice el duelo
de mi tardía adolescencia
y emprendí el viaje
hacia la juventud
sin insensatez
sin lujuria
sin excesos

Irene Ocampo















Lectura de Alejandro Mensi (foto)


El ser y el inicio



I
Todo estaba en su lugar
o donde se lo dejara.

Porque sí
estaban donde estaban.

Y el viento
con su aquí – allá
por ahí
como si nada.

Estaba donde estaba
una cosa sola.

II
No son tus pulsos
ni los míos.

El silencio es atronador.

Alejandro Mensi


Más de 12.000 días, por Silvia Loustau.

MÁS DE 12.000 DÍAS por Silvia Loustau

ustedes que hace como doce mil días
que ya no están
a ustedes a los que desaparecieron
por luchar por la tierramadre
para que todos fueran
dueños de la tierra.
ustedes los más amados
los mejores
están quiensabedónde
algunos
los menos
descansan en la tierracunita
pero quedan tantos
perdidos desconocidos desabrigados
caídos en la tierrahueco
en la tierraausencia
en la tierra ene ene
algunos quizá hay acunados
por las olas
o duermen
un sueño obligado
en el fondo de un embalse.
pero
ustedes
todos
están vivos en la llama
de nuestra memoria infatigable
y en el nomeacuerdo
nomeimporta
de tantos indiferentes
pero
ustedes
todos
los luchadores
por la igualdad de la tierra
volarán algún día
en el viento semilla
crecerán en las flores victoria
de la tierra liberada

silvialoustau.blogspot.com

lunes, 22 de marzo de 2010


Ciclo literario de Espiral Calipso

Amigos: ¡La editorial Espiral Calipso tiene el gusto de invitarles nuevamente a su ciclo literario de los miércoles!
¡Súmense a la corriente y vengan para otra noche de palabra y de fiesta! Quedan todos invitados.
Miércoles 24 de Marzo
A las 21 horas
en Corrientes 1380


Los invitados de la semana son.

Manuel hazan: Poeta de Concordia, (aunque viva en Rosario), lleva en su poesía el diálogo rumoroso de los dos ríos: el Paraná de ancestros misteriosos, y el dulcemente sabio río Uruguay. Querido de la editorial, en Diciembre publicó con nosotros su primer poemario, “Mística del sonido”, que estará a la venta el miércoles.



Alejandra Méndez: Le debemos mucho. No sólo (aunque también) por ser una buena poeta, sino por ser una buena amiga que nos ha apoyado mucho desde el principio. Es para nosotros un honor tenerla como invitada en este ciclo que si crece, en parte, es gracias a su ayuda. Su poesía entremezcla los secretos más íntimos de la naturaleza, con su mirada repleta de profundidad y herencia literaria. ¡No se la pierdan!



Sergio Gioacchini: Se trata también de un amigo muy querido y un gran compañero que ha luchado y sigue luchando mucho por la difusión de la palabra en Rosario. Su amplia experiencia literaria, ya sea como editor, (dirige la editorial Ciudad Gótica, de alcance sobradamente reconocido), ya sea como lector, ha leído mucho y se nota, lo ayudan a articular una poesía nueva, distinta, personal, por momentos divertida y por momentos devastadora, pero siempre justa y necesaria.


Como ven se trata de una noche muy prometedora! Y como siempre, tras la lectura de los invitados el micrófono quedará a disposición del público asistente, para que quien quiera pueda acercarse a leer textos breves, propios o ajenos. ¡Así que quien tenga ganas de compartir un cuento o un poema con los demás, que lo traiga!

Los esperamos una semana más, con las copas llenas y los brazos abiertos.
Maia y Ro
"Naturaleza muerta"

Y una bolsa aparece.
Impulsada por el viento
llega hasta acá.
De nylon blanco
llama en la entrada
su presencia.
Se blande sobre una ráfaga,
como en un divagar liviano
que no termina de elevarla
cuando,
un impulso
neumático,
desangra el centro rojo de su logotipo.

Un hombre inclemente ha clavado los frenos”.

(Manuel Hazan)



“Restos

(para Ada Falcon, en memoria)



Tumulto del amor en espera
De profusa virtud en sintonía.
Como aquel vals del pasado
Que vaga en un destello
Girón de la magia que tiembla
En un acorde de
De voz en fuga.

Del abandono en que se cuela un Dios.

Yo, que amaba renacer el espíritu
Embelesado,
La sirena,
La flor más refinada emperatriz
Del cuento.

Yo, que canto, balbuceo, y lloro
Sin consuelo.

Yo, que no sé…
Que “no sé lo que me han hecho tus ojos”
Goteo incalculable en el olvido.

Restos de sueños;
De rostros; de rastros
De tiempo que la nostalgia
Reinventa.

Salsipuedes musa
A la puerta por donde saldrá el dolor.
Suma del que suma
y sabe que se tiene
lo que no.

Ay! amor, éste amor
Que lastima en el misterio
Como una sombra en la noche
Condenada a vivir.

No hay grito que lo expulse.
No hay resguardo del destino”.

(Alejandra Méndez)


Hola me dijiste
queso y dulce de batatas
Pediste.
Why, love?
Supernatural, love
Supernatural.
Cuál fue la motivación,
La terapia ocupacional
Que supimos conseguir?
Love and understanding.
Sólo mesa larga,
Pato muerto en la foto de la cabecera
La tarde que se cae a borbotones
Sobre la línea del horizonte
Del campo que supimos conseguir.
Loving, infinitesimales goteos
La ducha fría,
El pito tiritando junto a la bomba de agua
Quizás me pediste
Queso y dulce de batatas
Pero yo no creí estar a la altura de la circunstancia.
Hola, me dijiste.
Me mata la falta de acentos,
Me dijiste.
Yo, realmente,
No creí estar a la altura de las circuntancias.
Cuál fue la motivación?
El beso, el temor, la carne escaldada,
La voz fina del sexo trascendido.
Loving?
Understanding?
Del campo a la cama
Sólo una mera complicación
De queso y dulce de batatas.
Y yo, para ese entonces,
No estaba, sin discusiones,
A la altura de la circunstancias”.

(Sergio Gioacchini)

martes, 16 de marzo de 2010

La Poesía en los Bares

Lectura:
El martes 23 de Marzo a las 20:30 Hs. en La Subsede.

El próximo martes 23 del corriente se inia el ciclo La Poesía en los Bares.

En esta oportunidad leerán:
Juan Pablo Angelone,
Irene Ocampo
Alejandro Mensi.
presenta: Silvio González
La lectura se realizará
a las 20:30 en la Subsede,
San Lorenzo y Entre Ríos.
Rosario.
Coordina: Hugo Diz
Su presencia será particularmente grata.
.

sábado, 13 de marzo de 2010

Taller literario dirigido por Florencia Milito y Corina Moscovich

¿Qué es lo que hace a una traducción particular de Whitman o de Dickinson conmovedora? ¿Qué es lo que ha logrado preservar dicha traducción?

En este taller dirigido por las poetas Florencia Milito y Corina Moscovich, exploramos las sutilezas del arte de traducción de poesía del inglés al español.
Trabajaremos principalmente con poetas norteamericanos, canadienses, e ingleses del siglo diecinueve y con algunos contemporáneos incluyendo a Walt Whitman, William Blake, Gerald Manley Hopkins, Emily Dickinson, Don Domanski, y Lucille Clifton.
¿De qué se trata? Taller de Traducción de Poesía del inglés al español ¿Cuándo se realiza? Sábados de 10 a 12.30 hs, de Abril a Noviembre
¿Donde se realiza? Ov. Lagos 367 (Biblioteca Alfonsina Storni)¿Cuánto cuesta? $170 por mes
¿Cómo se hace para participar? Envíanos una biografía literaria escrita en inglés de media página (relatando tus experiencias como escritor y/o traductor) y una muestra de traducción propia de algún texto literario de media página.
Envíanos tu correo a poetrytranslationworkshop@gmail.com antes del 23 de Marzo, 2010.
La inscripción será limitada a 20 estudiantes.

►Leeremos poemas en voz alta, escucharemos grabaciones de poetas leyendo sus propios poemas, escribiremos nuestras propias respuestas creativas inspiradas por los poetas asignados.
►Esperamos lograr identificar los elementos que hacen a una poesía una poesía, y descubrir los aspectos del tono, las imágenes, y la cadencia de la obra original que deseamos recrear en nuestra traducciones.
►También analizaremos diferencias críticas entre los dos idiomas y los problemas típicos que surgen en la traducción, así como nuestra propia relación con ambos idiomas.

Las coordinadoras del taller son poetas bilingües y tienen ricas conexiones con ambos idiomas.

FLORENCIA MILITO nació en Rosario, vivió parte de su infancia en Venezuela, y ha vivido principalmente en los Estados Unidos desde los nueve años. Tiene una licenciatura de la universidad de Cornell y una maestría en Letras Anglosajonas y Escritura Creativa de la universidad de Colorado, Boulder. Sus poemas han sido publicados en revistas literarias y antologías norteamericanas incluyendo The Indiana Review, ZYZZYVA, 27 Hours, What the World Hears, Sniper Logic, and Go-Go.

CORINA MOSCOVICH nació en Rosario y ha vivido en Inglaterra y en los Estados Unidos. Es traductora y profesora de Español como Lengua Extranjera. Está terminando su Licenciatura en Letras. Su primer libro de poesías “Vía Remington” fue publicado en 2006 por Editorial Ciudad Gótica. Forma parte de las antologías de poetas rosarinos "Poetas del tercer Mundo" y “19 de Fondo”, así como también de varias revistas literarias. Ejerce periodismo en forma independiente.

martes, 2 de marzo de 2010