martes, 25 de agosto de 2009

CARTA DE UN CYRANO A LA MÁS DULCE DAMA


© CARTA DE UN CYRANO A LA MÁS DULCE DAMA
Por Gustavo Marcelo GALLIANO

“Amor invencible en la batalla,Amor que dominas a las bestiasy reposas en las suaves mejillas de una joven;tú frecuentas el ponto y los rústicos refugios.Ninguno de los dioses ni de los hombres,que viven un día, se ve libre de tí,y el que te lleva consigo enloquece.”…SOFOCLES, en “Antígona”.
Permita Usted que me atreva,de cometer en un actodos pecados tan terriblesque duelen de explicitar.El uno, lastimar por siemprela pureza de ésta página,con la tinta de una plumaque cual daga he de guiar.En la odisea que mutenpensamientos en palabras,que mis labios hoy resecosno se atreven a pronunciar.El otro, aún más grave,el pretender me dediqueun instante de su tiempoy su más clara atención.Concédame Usted la graciaque me presente de prontopues tan solo soy Cyrano,de algún mundo… algún lugar.¡Clama el pétreo destinoreservado a los Cyranos!que de presencias efímerasnadie ha intentado salvar.Pero deje que le explique,aquí, en breves momentos,la razón de mis pesaresy el porqué de mi obrar.Le conocí a Usted hace tiempo,en aquella sala pagana,y entre mutuas timidecesni atinamos conversar.Era Usted aún muy joven,pero ello no fue muralla,para que el esplendor de su rostrome llegara a cautivar.Pero… era yo un Cyrano…de los que ha nadie interesa,sin tener huella ni rastro,sin siquiera molestar.Y luego… seguí sus pasos,vi a la niña transformarsey convertirse en la Venusque Afrodita ha de envidiar.Y aún traté de ir más cerca,de compartir aprehenderes,en sabiduría de aquellosque tratamos de alcanzar.Y compartí sus momentos,en silencio y a la escucha,aunque Usted muy bien sabe:le contemplé… y le adoré.Es que resulta imposibleabstraerse de su esenciay es por ello que mis sentidosle siguieron por doquier.Ruego a Usted me perdonesi incomodan mis relatos,pero permita que siga,sin mofarse de mi ser.Tan solo soy un Cyrano,de los que a nadie interesa,a los que nadie ha de amarlos,ni a nadie importa perder.Ya han pasado algunos años,su amistad me ha distinguido,pero estimo necesariome permita continuar.Este ha sido un cruel verano,y el no verla mi condena,y le juro sin falaciasque solo pensé en Usted.En su voz como caricia,en su rostro y su nombre,en sus ojos y su risa,en su cabello y su andar.En el vuelo de sus manos,su cadencia… su fragancia…en cómo cambia la nochecuando le veo parpadear.He venerado esos instantes,de pequeñas actitudes,el verla ruborizarse…y por momentos dudar.En su tímida sonrisa,en su piel, manto de seda,y ese hablar en bajo tono,destilando complicidad.Del fulgor y el torbellino,de omnipresencia, de clase,y ese tenue desparpajoal construir la verdad.Pero a pesar de su brillo,radiante, cual pulcra estrella,brota en su alma esa gran pena…que intenta siempre ocultar.Sepa que usted me ha honradoal entregarme su tiempopara leer estas notasque sé no le cautivarán.Pero es que soy un Cyrano,castigado por destino,y al pretender no ser necio…olvidé la felicidad.Por eso dame otro lapsoy terminar mi relato,pues ya es demasiado tardepara tratar de callar.Sé muy bien, mi dulce dama,que por todo lo expresadomi conclusión es sin dudas:Usted me invadió de Amor.Pero que nada le altereni entristezca, ni obnubile,pues tan solo soy Cyrano…imposible de amar.Que luego de contar lo dichono querría morir en sueños,pero tampoco en la auroramaldecir el despertar.Por ello es que agradezcoal Dios que habita los Cielospor haberla conocidoa Usted, mi dama sin par.Pues bien, tan solo restame despida con recatoy reiterar mis disculpaspor mi impropio proceder.Ruego a Dios siempre la guíe,y en la vida le proteja,y sepa bien… siempre, siempre…que éste simple Cyrano le amará.Posdata: Nada ha de ser tan valioso,ni oro, diamante o plata,como el roce de sus labios,o la expresión de sus ojos…al finalizar ésta carta.-
Un CyranoAlgún MarzoSuperado el Año 2000Después de Nuestro Señor Jesucristo

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